Conocí a Ali después de un combate en Miami a principios de 1.964. Me lo presentó un gran amigo común: nuestro idolatrado Sam Cooke. El Campeón acababa de vencer en el séptimo asalto al temido Sonny Liston, arrebatándole el título. Al salir del vestuario abrazó a Sam y le dijo "yo ahora soy el Campeón, pero tu sigues siendo el mejor cantante de rock and roll del mundo"
Un servidor en aquellos años trabajaba de locutor en una pequeña emisora de NY, la OLR. Presentaba los lunes por la noche un programa llamado Música Planetaria, en el que pinchaba (a veces con dificultades, ya que recibíamos amenazas constantes de esa gente de la Iglesia y del Gobierno) la música del diablo que Alan Freed definió como Rock and Roll. Sam acudía habitualmente a presentar sus canciones. En los últimos tiempos no paraba de hablar de la admiración que sentía por ese chico blanco de Minnesota que se había curtido en los clubes del Greenwich Village. Le sorprendía bastante el hecho de que ni él ni ninguno de sus hermanos había llegado tan lejos con la temática de las canciones. "¿Cómo era posible?" Se lamentaba. Ese muchacho de origen judío se había adelantado...
Cassius (que todavía no se había cambiado el nombre -siempre le dije que ese tal Malcolm me parecía un cantamañanas-) había hecho sus pinitos musicales en 1.963 con un disco titulado I´m The Greatest. Con tanto combate no tenía demasiado tiempo para presentarlo y me pidió acudir al programa. Como era un gran amigo de Sam, no dude en invitarle a mi show de la semana siguiente.
Recuerdo que fue un programa muy especial, ya que vino acompañado de Sam, y al terminar el mismo cantaron juntos a capella "The gang´s all here". Desde aquel momento, Ali y yo nos hicimos grandes amigos y compartimos muchas veladas. Nunca le agradeceré lo suficiente que me invitara a pasar las vacaciones en Kinshasa para asistir a ese mítico combate en el que venció a Foreman.
Siempre nos llamó la atención el poder de atracción que nuestro amigo Sam ejercía sobre las mujeres. Por desgracia ésto fue su perdición. A finales de 1.964 recibí una llamada telefónica de Ali en la que me comunicaba que Sam había muerto en el Motel Hacienda de Los Angeles. Al parecer estaba persiguiendo semidesnudo a una mujer por los pasillos del establecimiento y la dueña del motel asustada le disparó varios tiros (aunque todavía, muchos años después hay quien sostiene que fueron esos tipos del Gobierno)
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